Violencia familiar y de género

Vamos a detenernos un rato para pensar si estamos haciendo bien las cosas: en la casa, en la sociedad, en los grupos, en las ciudades, provincias y países.
Hace alrededor de 30 años empecé a notar que la violencia se iba desatando de a poco y cada vez más.
Fuí docente y por muchos años, las cosas no eran así.
Estudié magisterio, porque desde chica quería ser maestra. Cuando en la década del `60 me recibí, tuve que pagar derecho de piso, ( ya entonces se usaban los «acomodos»: tenías que ser conocido de alguien que te ubicara en la ciudad en que vivías, en mi caso Resistencia, Chaco ) como no conocía a nadie, debí ir a trabajar a una colonia del interior del Chaco, que, en distancia estaba a 30 km. de Resistencia, ( cerca ), pero el camino cruzaba lejos del pueblo, por lo que, al bajar del colectivo, debíamos caminar 5 km. para llegar a la escuela y otros 5 km cuando salíamos para llegar a la ruta, tomar el colectivo u otro vehículo, de gente de la zona, que al vernos, nos acercaban a Resistencia, Si bien el tren paraba en el centro de la colonia, a una cuadra de la escuela, no coincidían los horarios y algunas veces, solamente, podíamos usarlo.
Primero renegaba, porque yo quería seguir estudiando y no podía, por el tiempo que tardábamos en volver.
Esa coloniase llamaba LAGUNA BLANCA, en Chaco.
Cuando alrededor de 10 años después, volví a pedir un cargo docente en Resistencia y ya tenía puntaje para que me lo dieran, empecé a sentir nostalgias de la vida en la colonia: me llamó la atención el trato de los alumnos hacia los docentes, excelente en el interior y en la ciudad ya empezaban los problemas.
Ahí ví ciertos atisbos de lo que, mucho tiempo después, degeneró en roces y mal trato de los alumnos y algunos padres, a los docentes.
En verdad, la etapa de trabajo en la colonia, además del respeto de los alumnos, los padres y la gente del pueblo quería y respetaba a los maestros: era la época en que el maestro hacía de todo.
Si había problemas de salud,se los trataba de ayudar. Si necesitaban consultar algo, iban con confianza al maestro. Se hacían siempre fiestas campestres, porque necesitabamos los maestros comprar ropas, zapatos, guardapolvos, comida para los alumnos que no tenían. No había comedores como ahora. Es la época de mi vida en que más cosas pedí a mis amigos y conocidos, para conseguirle a los chicos lo que les faltaba.
La gente era, como ahora, muy generosa y colaboraba.
Pero, mis años de trabajo docente en Resistencia, ya no fueron iguales, los alumnos no respetaban tanto, ya se empezaba a notar que iban manifestando agresiones o cierto tipo incipiente de violencia, que con los años se fué haciendo más notorio.
Creo que mi gusto de estar frente a los alumnos cambió, cuando me dieron una suplencia en un colegio y, 7 compañeros, tiraron al suelo a un chico y, según ellos, era «jugando». No lo lastimaron, lo ensuciaron un poco, pero, a mí no me gustó verlo.
De allí en más, seguí siendo docente, en otras tareas.
A qué viene este relato?.
A que la violencia se fué generando de a poco y cada vez con un poquito más de agresividad, para llegar a lo que hoy se vive.
Creo que tenemos que empezar con los niños más chicos, a acostumbrarlos a una menor agresividad. Los padres podemos hacer mucho en eso. Es una oportunidad buena para que también todos en la sociedad, aprendamos a ser más pacíficos.
Yo sé que las condiciones de vida, los muchos trabajos que hoy tenemos, para vivir un poco mejor, las corridas por falta de tiempo, los inconvenientes que se nos presentan a diario y a veces no los esperábamos y otra enorme cantidad de razones que nos fatidian y dan rabia, nos pone nerviosos.
Pero a la vista está, que son muy malas las consecuencias que se están padeciendo por tanta violencia.
Es necesario que los niños aprendan ( y no reproduzcan luego en su vida adulta ) todo lo que nos está pasando ahora: muerte de pequeños, adolescentes, golpes, amenazas, violencia de género, quemar viva a las mujeres, ultrajes, toma de rehenes, adicciones y tantas cosas malas que antes no estaban tan vistas.
Algo habrá existido pero no a este nivel.
De todo lo malo podemos salir con voluntad colectiva: cada uno poner nuestro granito de arena, empezando por el respeto y la autoestima nuestra y de todos los que nos rodean:

Acerca de violenciafamiliarymaltrato

Me preocupa y ocupa hace màs de 40 años el tema:es delicado, hay que revertirlo, ràpido y responsablemente, dar apoyo y ayuda.
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